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jueves, 18 de diciembre de 2014

Meritocrazia

Dice el principio de Peter al hablar de una organización o empresa que las personas ascienden hasta alcanzar su nivel de incompetencia, asumiendo que el hecho de hacer bien un trabajo basta para delegar mayores responsabilidades y garantiza la misma eficacia que en el nivel anterior. Básicamente, es la razón de ser de los jefes, lideres o encargados de las responsabilidades mayores. Están donde están, sin que necesariamente sea lógico o justificable. Más aún están donde están por incompetentes.

Bajo este razonamiento, imagino llevarlo fuera de una empresa o ámbito laboral: que tal a las escuelas de todos los niveles, el deporte, la sociedad, la familia, la iglesia o la política. ser una gran estudiante no garantizaría ser un gran profesionista, tampoco garantiza ser un elemento útil en una sociedad. haber crecido en una familia funcional no garantizaría capacidad para dirigir o tener la propia. Ser sacerdote no lleva implícita la calidad humana o moral que predican. Ser profesor no conlleva los atributos de la enseñanza.

Sin embargo, el otro lado de la moneda, es toda esa gente que sin ostentar ningún estandarte o regonear  el status quo, o su posición social si es que la tienen por su labor social directa o indirectamente dejan en las persona una marca que en el mejor de los casos se convierte en una motivación para convertirse en una mejor persona.

La meritocracia que vivimos, ofrece grandes ventajas sobre cualquier otro sistema jerárquico pues exalta las virtudes del individuo a partir de méritos y competencias. Sin embargo, la otra cara de la moneda es la marginación de todos aquellos que no tienen los méritos o por lo menos no los tiene de la forma en que el consumismo pueda medirlos segregando aún más las marcadas diferencias de clases sociales al punto de desmoralizar generaciones enteras con aquellos que cuentan con los "méritos" y  analizan, estudian, bautizan y reconocen a partir de la propia incompetencia, priorizando la conveniencia... el sistema esta equivocado y el rumbo junto con él.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

 
La percepción es trastornada… atrapa tu instinto.
Para apreciar la obra, libérate de todos los prejuicios, de todas tus ataduras. Accede a esa conciencia libertaria, amorosa, emocional, dejarte llevar, atrapar la piel y cambiar.
Aprecia cada centímetro cuadrado de lienzo. Abrazarlo por la espalda, luz en lugar de sombra, tal vez la ausencia, tal vez la comunión. Cada detalle es un viaje. Cada detalle puede ser un lienzo individual, este instante me resulta atemporal pues esa emoción que fue en 2011, es aún ahora y ya no es ni tuya ni mía, le pertenecemos.

Gracias a Xólotl por mi deseado...

lunes, 15 de diciembre de 2014

Una historia





Una historia.

Corría por ahí del año 1999, a mis escasos 21 años en ese entonces, y con una deambúlate atracción por encontrarme, pues resultaba que me sentía perdido. O tal vez con una creciente falta de pertenencia, algo que describió para mí a la perfección Borges, en el camino de los senderos que se bifurcan… ¡cuando leí eso a pesar de que no lo entendí, sentí que era la explicación que todo lo que me angustiaba¡ aunque lo leí 10 años después… En ese entonces, ya existía ese hueco existencial que me había provocado una mujer que curiosamente era del DF, abogada, 8 años y muchos libros mayor que yo y que había salido huyendo de la ciudad buscando refugio en una tranquila ciudad de la provincia. De lo poco que ella me confió, se colmó de la ciudad, ahora vive en la sierra de Querétaro, un pueblo que se llama Toliman. Creo que encontró lo que buscaba.

Este breve antecedente preliminar, lo escribo, porque mientras mi objetivo superfluo, estaba basado en una atracción física, para llamar la atención susodicha abogada, jamás pensé que me llevaría a estar en donde estoy, como todas las decisiones en la vida, esas las que lo tienen a uno atrapado en el presente sin que adivine uno siquiera que así sería. Estamos condenados a forjar los eslabones de las cadenas que también decidimos cargar. Mientras más sólido y fuerte el eslabón, más pesada la cadena. En esta pobre intención por apantallar a la fémina, que, dicho sea de paso, no sucedió, un día de tantos que me volé del trabajo en la supervisión de una planta industrial en el viejo San Jose Iturbide. Caminaba por su plaza central, y había una feria del libro, entiéndase que eso en San Jose Iturbide son dos mesas con libros y un viejo agrio cuidándolos.

Nunca había visto tantos libros juntos y tan inútiles -por cierto- en mi vida, pero eso era lo más recreativo por hacer en esos momentos en tan pintoresco pueblo. Pase por libros que describían la técnica del punto y la cruz en el tejido, libros que explicaban como adelgazar con la dieta del jugo verde, libros que honestamente no vale la pena recordar, almanaques y revistas entre otros títulos que oscilaban entre los 20 y los 100 pesos el más caro. Y por ahí, de repente, entre las revista de Marie Claire, y Todo para tú bebe, de 1989; ¡una joya!: La llama Doble, de Octavio Paz. Un ensayo que derrumbo, reconstruyo, modifico, enriqueció y cambio mi manera no solo de lo que pensaba del amor, sino mi manera de ver la vida. Todo, lo que tuve que pasar y vivir para llegar ese día, a ese pueblo, a ese punto en específico, para tomar ese libro en particular fue necesario para poder leerlo. Uno de los primeros libros que leí de Paz, para mí, una de sus mejores expresiones literarias, que, dicho sea de paso, después de 15 años, y habiéndome convertido en un furioso detractor de Paz, vale mucho la pena tener, y vale mucho la pena leer. Contradictorio verdad?. La resignificación de las cosas, me solía ser un proceso de mucho dolor, pero ahora estoy convencido de que somos seres multidimensionales, contradictorios y con ello equilibrados. Que la realidad está basada en percepción y que la percepción basada en los sentidos es frágil. Que los instintos y el corazón suelen ser más confiables que toda razón moral o social que nos es impuesta. Que la cordura, suele estar con frecuencia muy cerca del caos.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Crónica de una tarde cualquiera.

 

Coincidentemente era 20 de noviembre, día tradicionalmente de asueto cambiado por motivos

burocráticos a día laboral. Pero no este. Este es distinto. Se siente en el aire, se siente en la piel.

Hay un grito oculto en la mirada de todos, miradas distintas y variadas. Unas reflejan hastió por lo

que se vienen, otras esperanza, muchas más incertidumbre, pero prevalece la del miedo, arropada

en el vértigo de la esperanza y del atrevimiento.

Se supone que vestiríamos de negro todos, al salir por la mañana, éramos pocos los que

mostrábamos la obscura bandera que nos identificaría con el otro. Los pocos que había, o eran

afortunadas coincidencias, o cómplices que descubrías con la mirada. Llegada la hora, y habiendo

escuchado cualquier cantidad de descalificaciones y razones por las cuales no ir, partimos con la

esperanza en las manos, la luz en los ojos, y la coraza negra de luto, de muerte, de hermandad.

Se necesita el pecho vacío y la mente hueca, para no sentir el sufrimiento, el dolor y la furia que se

aglomeraba en las calles. El pavimento se ocupó por miles de espíritus combativos que gritaban no

violencia, sabiendo que nos dirigíamos directamente a una colisión frontal con los otros.

Madres con velos negros buscando a sus hijos. Niños buscando a sus hermanos, padres dolidos

clamando justicia, personas buscando eso que algunos locos llaman libertad, patria, ideales que

ayer mostraron estar más vivos que nunca.

Sin dirigencia personificada. Ni partidos políticos. Ni intereses particulares a la vista. Solo la

incansable lucha de que se regresen vivos, de que se largue el espurio, y con él, su actriz de

calendarios, su perro cansado, sus secretarios de papel, sus hijos naturales y bastardos, su historia

dictatorial. Sus excesos, y toda su clase. Que se reestablezca el estado desde lo más simple.

Si, ayer en una tarde cualquiera, se respiró unión, libertad, hermandad. Revolución en un 20 de

noviembre.

Vicius

21 de noviembre de 2014.