Una historia.
Corría por ahí del año 1999, a
mis escasos 21 años en ese entonces, y con una deambúlate atracción por
encontrarme, pues resultaba que me sentía perdido. O tal vez con una creciente
falta de pertenencia, algo que describió para mí a la perfección Borges, en el
camino de los senderos que se bifurcan… ¡cuando leí eso a pesar de que no lo
entendí, sentí que era la explicación que todo lo que me angustiaba¡ aunque lo
leí 10 años después… En ese entonces, ya existía ese hueco existencial que me
había provocado una mujer que curiosamente era del DF, abogada, 8 años y muchos
libros mayor que yo y que había salido huyendo de la ciudad buscando refugio en
una tranquila ciudad de la provincia. De lo poco que ella me confió, se colmó
de la ciudad, ahora vive en la sierra de Querétaro, un pueblo que se llama
Toliman. Creo que encontró lo que buscaba.
Este breve antecedente
preliminar, lo escribo, porque mientras mi objetivo superfluo, estaba basado en
una atracción física, para llamar la atención susodicha abogada, jamás pensé
que me llevaría a estar en donde estoy, como todas las decisiones en la vida,
esas las que lo tienen a uno atrapado en el presente sin que adivine uno
siquiera que así sería. Estamos condenados a forjar los eslabones de las
cadenas que también decidimos cargar. Mientras más sólido y fuerte el eslabón,
más pesada la cadena. En esta pobre intención por apantallar a la fémina, que,
dicho sea de paso, no sucedió, un día de tantos que me volé del trabajo en la
supervisión de una planta industrial en el viejo San Jose Iturbide. Caminaba
por su plaza central, y había una feria del libro, entiéndase que eso en San Jose
Iturbide son dos mesas con libros y un viejo agrio cuidándolos.
Nunca había visto tantos libros
juntos y tan inútiles -por cierto- en mi vida, pero eso era lo más recreativo por hacer en
esos momentos en tan pintoresco pueblo. Pase por libros que describían la
técnica del punto y la cruz en el tejido, libros que explicaban como adelgazar con
la dieta del jugo verde, libros que honestamente no vale la pena recordar, almanaques
y revistas entre otros títulos que oscilaban entre los 20 y los 100 pesos el
más caro. Y por ahí, de repente, entre las revista de Marie Claire, y Todo para
tú bebe, de 1989; ¡una joya!: La llama Doble, de Octavio Paz. Un ensayo que
derrumbo, reconstruyo, modifico, enriqueció y cambio mi manera no solo de lo
que pensaba del amor, sino mi manera de ver la vida. Todo, lo que tuve que
pasar y vivir para llegar ese día, a ese pueblo, a ese punto en específico,
para tomar ese libro en particular fue necesario para poder leerlo. Uno de los
primeros libros que leí de Paz, para mí, una de sus mejores expresiones
literarias, que, dicho sea de paso, después de 15 años, y habiéndome convertido
en un furioso detractor de Paz, vale mucho la pena tener, y vale mucho la pena
leer. Contradictorio verdad?. La resignificación de las cosas, me solía ser un
proceso de mucho dolor, pero ahora estoy convencido de que somos seres
multidimensionales, contradictorios y con ello equilibrados. Que la realidad
está basada en percepción y que la percepción basada en los sentidos es frágil.
Que los instintos y el corazón suelen ser más confiables que toda razón moral o
social que nos es impuesta. Que la cordura, suele estar con frecuencia muy
cerca del caos.
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